El artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos consagró la libertad e igualdad en dignidad y derechos de todos los seres humanos. Sin embargo hoy, en Argentina, más 7 millones y medio de pibes y pibas son pobres: viven en barrios con índices de contaminación ambiental severos, no acceden a la salud integral, ni reciben alimentación adecuada y se les niega el derecho a la educación de calidad, a la información y a la cultura.
El aumento de la pobreza, el crecimiento del desempleo y la desigualdad, la falta de acceso a la tierra, a la vivienda y a la protección social atentan contra el ejercicio de los derechos humanos económicos y sociales de la mayor parte de la población. Los sectores más afectados son los niños, niñas y jóvenes, las mujeres jefas de hogar, las y los adultos mayores, las personas pertenecientes a comunidades originarias y migrantes.
Aquellos sectores que se movilizan para reclamar por estos derechos vulnerados son reprimidos por las fuerzas de seguridad y estigmatizados como “violentos”, “vagos” o “politizados” por un aparato mediático alineado a los intereses de los sectores dominantes.
Estos retrocesos en materia de derechos económicos, sociales y culturales son retrocesos en el ejercicio de los derechos civiles y políticos y por lo tanto repercuten de manera negativa en la calidad de nuestra democracia.
Somos una organización protestante. Creemos que los derechos humanos nos conciernen a todas y todos, todos los días. Y que es posible transformar la realidad, si el compromiso es compartido y está basado en derechos. Activemos ahora.
10 diciembre | Día Internacional de los Derechos Humanos
70 aniversario